Perdida en el turbio frenesí de un latido,
Encuentro cuentos de hadas que no finalizan,
Y esculpo letras que desvían su camino.
El deseo está extinguido,
De volver a un sueño cantarle,
Y descubro vibraciones emocionales,
Que destruyen una sonrisa.
No me permito asombrarme del festín de tu libertad,
Pero creo en el génesis de un espejismo real.
Las dóciles melodías que un día acaricié,
Hoy me permiten yacer,
En una multitud solitaria,
Estacada sobre una noción falsa,
Donde no puedo acceder,
Ni siquiera a un pensamiento.
Aquella densa sombra que provoca en mí un pecado,
Me despedaza lentamente en gotas de lluvia,
En días nublados que acortan mi sentencia.
Dolería menos si el destino se hubiera apiadado,
De esta mortal que peina sus ilusiones,
Con oro de utilería.
Pero no aborrezco que este profundo suspiro,
En lo casual de la inspiración,
Te encuentre de nuevo con metal en tus venas.
Mientras en el día viva y en la noche muera,
Bajo la anestesia de tu figura,
Que tiñe mi piel con el calor del sol.
Y así pienso, miro, oigo.
Dudo, respiro, rezo,
Pero, creo, no existo.
Poema concursante de la final de las XII Olimpiadas Colegiales de Poesía de la Asociación de Poetas Argentinos.
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