Let's dance in style, let's dance for a while. Heaven can wait, we're only watching the skies. Hoping for the best but expecting the worst. Are you gonna drop the bomb or not? Let us die young or let us live forever. We don't have the power but we never say never. Sitting in a sandpit, life is a short trip. The music's for the sad man. [...] Some are like water, some are like the heat. Some are a melody and some are the beat. Sooner or later they all will be gone. Why don't they stay young? It's hard to get old without a cause, I don't want to perish like a fading horse. Youth is like diamonds in the sun, and diamonds are forever. [...] So many adventures couldn't happen today, so many songs we forgot to play, so many dreams are swinging out of the blue. We let them come true. Forever young, I wanna be forever young. Do you really want to live forever? Forever or never.

jueves, 31 de diciembre de 2009


El inicio de un nuevo año es el momento para reunir las fuerzas y toda la ilusión para comenzar el mejor año de la vida, porque el que se proponga convertir éste en su mejor año, lo puede lograr.
Comienza un nuevo año y con él un mundo de oportunidades se abre ante nosotros. El momento es propicio para reflexionar internamente sobre experiencias pasadas, situaciones presentes y el porvenir. Para aprender del pasado, disfrutar el presente y construir un futuro mejor.
Que este nuevo año nos brinde paz, amor, salud, armonía, unión, felicidad y prosperidad.

domingo, 27 de diciembre de 2009

viernes, 25 de diciembre de 2009


Muchas felicidades!! Espero que la hayan pasado más que bien con su familia y amigos ^^ Les dejo mis mejores deseos =) Besotes enorrrmes y muchos abrazos ♥

lunes, 21 de diciembre de 2009

Aquí el segundo cap. de mi fic. Algo un poco muy tarde...


~•El Amor y la Lealtad de un Corazón Narniano•~

Capítulo II: El mensaje

La expresión de la joven reina les hizo comprender que no era ningún capricho repentino, realmente se tomaba el reciente pedido con mucha seriedad. Esto sorprendió e incomodó un poco a sus hermanos, quienes no sabían como controlar aquella sugerencia.

-Querida Lucy, no creo que sea apropiado molestarla ahora que se ha tomado un descanso. Nos costó mucho que aceptara irse por un tiempo y que volviera luego de pasados dos meses, que para todo lo que ella hizo por nosotros hasta ahora me resulta sinceramente poco, sería muy descortés –dio su opinión Susan-.
-Aún así –siguió Lucy- deberíamos enviarle un mensaje para que por lo menos haga una pequeña búsqueda más. Con su última palabra me quedaría segura, cualquiera sea el sentimiento que me cause la noticia que pueda dar.
-Estoy algo de acuerdo con Susan –empezó Peter- pues luego de que le rogáramos que se tomara un descanso, pedirle que regrese en tan poco tiempo no sería justo –y a esto Lucy y Susan mostraron dos expresiones distintas. La primera, de un poco de pena mezclada con disgusto; y la segunda de lo que sientes cuando alguien te da su apoyo- Sin embargo –continuó inesperadamente su hermano- Lucy tiene razón en cuestión de que su palabra sería segura. Estos años de servicio al ejército y otras partes de nuestro gobierno que ha dado son suficiente comprobante de su capacidad que es la necesaria para situaciones como estas.
-Pero ¿no creen que se disgustará si la molestamos? –preguntó Susan algo apenada por tener que considerar el pedido e interrumpir el descanso de alguien quien los había ayudado mucho en sus primeros y hasta ahora años de reinado-.
-No lo creo –respondió de inmediato Edmund, que en estas situaciones estaba siempre expectante, callado, lo cual le permitía saber cuando era apropiado dar su palabra, algo que aprendió con el tiempo- Laramel era un pueblo muy querido por ella, y si el mensaje lo mandara Lucy, estoy más que seguro que no se disgustará. Además, conociéndola, le encantaría volver a su trabajo.
-Pues viendo que no hay caso contra ustedes tres, no me queda otra que apoyar el pedido de nuestra hermana –aceptó la reina-.

Aquel asunto pareció estar resuelto. Enviarían a un mensajero la mañana siguiente, pues ya era bastante tarde, al Gran Bosque de Occidente con el pedido de regreso de "ella", como simplemente decidió nombrar la reina Lucy. En aquel momento decidieron dar por terminada la cena, ya que nadie comía ahora, sino que jugueteaban con los cubiertos o las finas copas, y Lucy fue la primera en pararse de la mesa, pidiendo el permiso de sus hermanos para retirarse a su habitación para escribir el mensaje con su propio puño y letra. Fue entonces que las miradas se dirigieron hacia un rostro pensativo, algo iluminado, pero serio. Este al mismo tiempo dirigía su vista a la preciosa copa que tenía en frente, pero los demás estaban seguros de que no era el excelente trabajo hecho a mano lo que apreciaba, sino que era la mirada de alguien que analiza alguna posibilidad, sea cual fuere. Parecía esperanzado, algo impaciente pero tranquilo, y en aquel momento, justo antes de darse la vuelta para emprender el camino a su cuarto, Lucy rompió el corto silencio que todos se habían decidido a crear para examinar aquel rostro.

-¿Por qué no me sorprende la expresión de Edmund?

-¿Será que por tu pedido ahora está a la espera? –acotó Peter con una mueca en el rostro, que daba a entender que todos sabían a lo que se refería.
-Es posible –contestó su hermana con una sonrisa.
-Ya basta, ustedes dos –ordenó sin severidad Edmund, como alguien que quiere que paren de hablar sobre un tema que a uno lo incomoda.
-Lo siento, hermano, pero tu rostro lo dice todo –contestó su hermano mayor-.
-No lo molesten –pidió amablemente Susan.
-No lo hacemos a propósito, querido hermano –se disculpaba Lucy- es que enserio, no creas que todos no nos hemos dado cuenta de lo que te ocurre hace ya unos años.
-Lo sé, lo sé –aceptaba el joven rey- sólo no lo hagan más obvio de lo que es, por favor.
-De acuerdo. Lamentamos haberte incomodado –dijo cerrando el tema Peter.
-Descuiden –y luego de una pausa cortada por un suspiro, continuó- Bien, con su permiso, queridos hermanos, la búsqueda de hoy me dejó exhausto así que me iré a dormir.
-Que descanses –le deseó su hermana Susan, y luego de darse las buenas noches entre todos, fueron a sus habitaciones a echarse un buen sueño, pues se lo tenían merecido, y lo necesitaban quizás más que la espléndida cena presentada en la gran mesa.

Cuando la reina Lucy entró en su cuarto, no se molestó en sacarse los zapatos para dejar descansar sus pies al contacto de la suave alfombra que cubría el suelo, sino que se dirigió a un escritorio, que miraba hacia la pared contraria de donde estaba su cama, y tenía el más maravilloso tallado a mano que uno pudiera imaginar. En él se podían admirar, a ambos lados, faunos y dríades danzantes que dirigían su baile hacia un montón de flores y hojas acercándose al centro y terminaban en el rostro solemne de un león. A las patas de aquel escritorio las envolvía una especie de enredadera, más hermosa que cualquier otra, complementada con más flores de exquisitas formas y detalles, y si te quedabas viéndolo por más de un minuto, podrías jurar que todo aquello era real, y hasta podrías escuchar la deleitable música que faunos y dríades suelen bailar y oler el perfume dulzón de las espléndidas flores. De un cajón situado al costado izquierdo del escritorio, Lucy sacó de un pequeño montón un pergamino con finos arabescos en dos esquinas contrarias, y de otro cajón a su derecha, un precioso tintero y una espléndida pluma. De inmediato se puso a redactar el mensaje, el cual, aunque venía de una reina, no necesitaba de palabras elegantes y muchos rodeos para ir al punto del motivo de tal envío. No fue muy largo, pero fue conciso, sin expresar mucho más de lo que sentía la joven reina en aquellos momentos:

Mi querida amiga:
Lamento tener que molestarte en tu merecido
descanso, pero me temo que necesitamos de tu ayuda en estos
momentos. Algo terrible ha pasado en el noble pueblo de Laramel. Lo
han atacado en un intento más de invasión a nuestra querida Narnia, y
y me duele en lo más profundo de mi corazón tener que comunicarte
que en nuestra búsqueda no han habido resultados satisfactorios. Y
aunque nos apene tener que pedirte que regreses en tan poco tiempo,
más nos apena la pérdida de este hermoso pueblo, que bien sabemos era
muy querido también por tí, es por eso que solicitamos tu ayuda para
realizar una nueva búsqueda, en la cual tus condiciones serán totalmente
aceptadas. Estamos más que dispuestos a darte un nuevo período de
descanso en cuanto todo esto acabe.

Lucy

sábado, 19 de diciembre de 2009

Bueno, después de muchísimo tiempo, me estoy dignando a continuar una historia narniana que tanto había planificado en mi mente y después por distintas cuestiones jamás la seguí. Yo la subía a Fotolog, pero no creo que sea lo más conveniente en este momento, así que prefiero subirla acá. No es la gran cosa, pero quiero volver a dedicarle ese tiempo a mi mundo narniano♥ Así que sin más cosas que decir, subo el primer capítulo.



~•El Amor y la Lealtad de un Corazón Narniano•~


Capítulo I: Penas y Dolor

Detrás de unas lejanas colinas que ocultaban el esplendor del Gran Océano Oriental comenzaban a divisarse pequeñas chispas amarillas y cálidas que eran los rayos del enorme sol narniano una mañana de finales de invierno. Se oía a kilómetros el constante repicar de los cascos de los caballos de los cuatro reyes que en aquel tiempo gobernaban en su juventud, que recorrían extensiones de territorio en una desesperada búsqueda de sobrevivientes del espantoso intento de invasión. Reinaba el silencio y la quietud, algo insoportable luego de horas de rastreo; la imagen era triste: casas destruidas, suelo destrozado, cenizas por doquier mezcladas con sangre y cabello. Todo estaba desolado y nadie era capaz de hablar por la sensación de decepción, furia, impotencia y vacío que en ese momento los embargaba. Nada en aquel lugar parecía mostrar rastros o dar señales de vida…
Luego de un largo rato, un representante de cada grupo que habían armado se acerco a los desconsolados reyes, y por los rostros de los soldados que se aproximaban a dar las noticias, no parecía que fueran alentadoras.

-Majestades –comenzó el mayor de los soldados que a su lado se encontraba- me temo que vuestros grupos de búsqueda no han tenido resultados satisfactorios. Hemos recorrido cada extensión de este pueblo y no encontramos ningún sobreviviente ni registrado alguna señal de algo estable por aquí.
-Con su permiso –siguió otro que se hallaba a la izquierda del primero- los soldados se encuentran exhaustos. Agradeceríamos si nos dejaran un tiempo de descanso y luego seguiremos con la búsqueda si así lo quieren Sus Majestades.
-Tienen su descanso, queridos soldados –respondió la voz amable de la reina Susan- les haremos saber si continuaremos el rastreo.
-Se lo agradecemos –respondieron, y luego de una media reverencia, media porque estaban montando, se retiraron-.

Los reyes también se tomaron un descanso; desmontaron y se sentaron en el suelo, si es que podía llamársele así, y hablaron, muy poco, de lo que estaba sucediendo.

-Esto es terrible –oyeron decir por lo bajo a la más joven de los reyes- si tan sólo hubiéramos podido evitarlo.
-Tranquila Lucy –le dijo el mayor de sus hermanos- encontraremos la solución de esto.
-Esos calormenos están sacándome de mis casillas cada vez más con sus constantes intentos de invadirnos –dijo el joven rey Edmund- me gustaría poder ponerlos en su lugar de una vez por todas.
-Calma Ed –dijo Susan posando su mano sobre el hombro de su hermano- Peter tiene razón, ya encontraremos la manera de acabar con esta complicada situación.
-Lo sé, lo siento –se disculpó dejando salir un suspiro.
-Creo que seguir buscando aquí no nos llevará a ninguna parte. Será mejor que volvamos al castillo y decidamos hacer nuestros planes allí –propuso el rey Peter.
-¿Qué pasará con el pueblo, y su gente? –preguntó angustiada la reina Lucy.
-Les diremos a los soldados que se encarguen de darles un funeral digno de todo narniano y mandaremos reconstruir el pueblo en cuanto todo esto termine –respondió su hermano.

Lucy, por la expresión de su rostro y sus preocupadas palabras, daba a entender que era la que más sufría por todo aquello. Ver un pueblo, que había sido uno de los más nobles de Narnia, totalmente en ruinas y sin sus habitantes, era un total golpe al corazón. Después de un buen rato, comunicaron a los soldados su nueva tarea y ellos, luego de manifestar su inmenso dolor al perder a tan querido pueblo, comenzaron la marcha de vuelta al gran castillo de Cair Paravel.
Cabalgaron por unas cuantas horas, pararon unas dos veces, si no es que más, pues era un largo trecho, y cuando ya había oscurecido por completo, llegaron cansados, decaídos y tristes. Los cuatro hermanos, apenas entrar en el enorme castillo, fueron a sus habitaciones, se asearon y luego estuvieron listos para ir a cenar, y aunque era una cena espléndida en la que la mesa lucía un fino mantel blanco con bordados en hilos de bronce y sostenía deliciosos manjares y jarras rebosantes del vino más dulce, se sentían con pocos ánimos de probar bocado alguno.

-Hermanos –comenzó Peter- me duele en el alma la pérdida del noble pueblo de Laramel, pero prometo, como que soy Sumo Monarca y rey de Narnia, y en nombre de Aslan, que acabaré con todo esto.
-¿Entra dentro de esa promesa la posible idea de una guerra? –inquirió la menor de sus hermanas.
-Espero que no, querida Lucy –contestó su hermano- pero temo que si así pasara, no habría otro caso que tener que llevarla.
-Pues me gustaría que no todo se solucionara chocando espadas y tomando vidas en una batalla, y menos una guerra –le espetó la joven reina.
-Créeme que estoy contigo, hermana –la alentó Susan, pero luego sus palabras se dirigieron hacia algo que parecía la aceptación- pero conoces estas situaciones. Si en nuestro intento por hacer justicia los hombres de Calormen se nos vienen encima, ¿no crees que sería peor que no hiciéramos nada y terminaran por acabar hasta con nosotros?
-Haremos todo lo posible para no tener que llegar a eso Lucy –trató de cerrar el tema el rey Edmund, quien hasta ahora no había hablado- a nosotros tampoco nos agrada tener que pelear batallas y llevar guerras, chocando espadas y tomando vidas, como tú dices. Pero tampoco dejaríamos que este país que es nuestro hogar ahora se vea afectado por la insensata codicia de los hombres de Calormen.
-Lo sé, es que… -empezó la menor de sus hermanas- no quiero ver más situaciones como la de hoy. No quiero que más narnianos tengan que cobrarse esa codicia de la que hablas.
-Tranquila –respondió a sus palabras su hermano- eso es justo lo que tratamos de evitar, y cito a Peter en que en nombre de Aslan, acabaremos con esto.

Tras la conversación siguió un breve silencio, que sólo se vio interrumpido por el leve entrechocar de los cubiertos con los platos que cada uno tenía en frente. Aunque habían comenzado a cenar, lo hacían de manera lenta y desganada, pensativa y decaída, y de pronto la voz de la reina Lucy rompió el ya incómodo silencio.

-No creo posible que no hayan sobrevivientes –y Susan estaba a punto de decirle algo, pero la interrumpió- no estoy convencida.
-¿Qué propones? –inquirió su hermano mayor-.
-Que la llamen –respondió, decidida.
-¿A…? –pensaba Peter.
-¿Te refieres a…? –siguió Edmund.
-¿Acaso piensas en…? –imaginaba Susan.
-Sí, que la llamen, a "ella" –finalizó Lucy.




Bueno, espero que les guste ^^ Subo mañana el siguiente cap. Besos!•