Let's dance in style, let's dance for a while. Heaven can wait, we're only watching the skies. Hoping for the best but expecting the worst. Are you gonna drop the bomb or not? Let us die young or let us live forever. We don't have the power but we never say never. Sitting in a sandpit, life is a short trip. The music's for the sad man. [...] Some are like water, some are like the heat. Some are a melody and some are the beat. Sooner or later they all will be gone. Why don't they stay young? It's hard to get old without a cause, I don't want to perish like a fading horse. Youth is like diamonds in the sun, and diamonds are forever. [...] So many adventures couldn't happen today, so many songs we forgot to play, so many dreams are swinging out of the blue. We let them come true. Forever young, I wanna be forever young. Do you really want to live forever? Forever or never.

viernes, 29 de octubre de 2010

Yeah, we're crazy

But we're never gonna survive, unless,
We get a little crazy.
No, we're never gonna survive, unless,
We are a little...
In a sky full of people, only some want to fly.
Isn't that crazy?
In a world full of people, only some want to fly.
Isn't that crazy?
Crazy...
In a heaven of people there's only some want to fly.
Ain't that crazy?

domingo, 24 de octubre de 2010

Visitas

Después de aquel episodio todo posible rastro de sueño había desaparecido de mí, así que con Ethan decidimos ir a visitar a su maestro. Era sábado y a esa hora el club estaría repleto. Tomamos el bus basta llegar a la zona en la que se encontraba su "casa", como siempre solía decile. Creo que olvidé mencionar el hecho de que seguía viviendo en Los Ángeles, aunque había nacido en Yorkshire, Inglaterra. Vivimos ahí hasta que cumplí los ocho años y luego mis padres quisieron volver a Estados Unidos, pero aún así conservo un poco de acento inglés en mi hablar.

Llegamos al cabo de cuarenta minutos de viaje en el cual casi me había arrepentido de haber llevado todas mis cosas conmigo. Una vez bajados de aquel transporte público, pudimos distinguir la música proveniente de un edificio no muy lejano. Al ingresar pudimos ver al mismo tipo de siemore detrás de una elegante balla y una pequeña mesa a su derecha con un maso de cartas extrañas sobre ella. No tengo idea de por qué seguía levantando una cada vez que veníamos, después de todo ya nos conocía. Pero en fin, era necesario ya que si no adivinabas o te negabas serías hechado, y yo no quería problemas. Como les dije, sacó una del montón y la sostuvo frente a mí.

-La flor en el pantano -respondí sin dejar de caminar. Abrió la balla en un instante. Dejé mis cosas allí y esperé el segundo necesario para que Ethan respondiera.

-El guardían oculto -dijofinalmente y luego se reunió conmigo.

Entramos y la euforia del lugar nos golpeó como una brisa helada de invierno, sólo que más fuerte. Para mí, era el lugar perfecto a donde ir cuando necesitaba divertirme, pero a veces me daba asco la cantidad de híbridos malignos que podías encontrar. Igualmente, esta vez no iba para liberar tensiones bailando y haciendo sociales innecesarios.

-Oye tú -dijo una voz suave y aparentemente bonita- te invito un trago -esto lo dijo un muchacho joven, un poco mayor que yo, tomándome de la cintura y acercándome a él. Muy tentador para una chica común- ¿Qué dices? -finalizó con una sonrisa letal. Suerte que yo no era una chica común.

-No, gracias -dije con una sonrisita idiota de disculpa, como la que sueles dar para liberarte de alguien- Esta noche no estoy aquí para divertirme. Tal vez la próxima -y me alejé de él.

-Hasta entonces, nena -reboleé los ojos ante esto. Sentí su mirada recorrer mi silueta a mis espaldas. Que asqueroso.

-Salió tu carta, no te quejes -Ethan se colocó a mi izquierda.

-No me vengas con eso ahora -le dije cansada de escuchar el comentario- "La flor en el pantano." Desearía saber por qué todo el mundo asocia esa maldita carta conmigo.

-¿Y necesitas que te lo digan? -de nuevo la misma historia.

Aunque yo no estaba de acuerdo en absoluto, la mayoría -por no decir todas las personas que conocía- mencionaban lo bonita que era. Había heredado los ojos de mi madre y el color de cabello de mi adre, aunque al parecer muchos coincidían en que lo más característico de mí eran mis labios. Debo admitir que a veces estaba de acuerdo con esta mirada por el hecho de que veía cierta rareza en ellos.

-Entonces... ¿tú también crees lo que todos piensan de mi apariencia? -le pregunté fingiendo flirtear con él.

-No es apropiado que me preguntes esas cosas -me hacía gracia ponerlo nervioso.

Por fin llegamos a la puerta de la "oficina" de Midnite. Nos abrió al instante. Siempre mantenía un temple serio, pero puedo decir que eramos de las poquísimas personas a las que brindaba una sonrisa no fingida. Estábamos nuevamente ante él, el rey de la neutralidad. Mi padre siempre había dicho que esas cosas eran estupideces.

Nos ofreció un trago, el cual no pudimos negar, aunque igualmente no hubiésemos querido negarnos. Nos llevó a sentarnos en uno de los cómodos sofás rojos que poseía, amaba esos sofás. Comenzó con la pregunta común de que cómo estábamos y demás costumbres. Contamos lo que acabábamos de hacer, y me extrañó un poco que su expresión se tornara más seria de lo que siempre había sido cuando íbamos a verlo.

-¿Intentaba pasar aquí? -preguntó.

-Sí, o eso creo, es probable -dije encenciendo un cigarrillo.

-Fue un niño -aclaró Ethan.

-Esto es grave -sentenció Midnite. Ahj, era tarde en un fin de semana, no quería complicarme la vida una vez más.

Me quedé en silencio un largo rato fumando, pero como ví que nadie acotaba nada no me quedó otra.

-Bien, ¿a qué rayos te refieres? Parece que estuvieran esperando a que hiciera la dichosa pregunta.

-Esto mismo ocurrió hace años, es peligroso.

-Por favor...

-Debes escucharlo, Sibylla -sugirió Ethan.

-Acabo de quedarme sin casa y estoy en un club nocturno lleno de híbridos demoníacos, ¿y ahora se supone que quieren que me preocupe por algo más? Wow, gracias, son muy considerados.

-Sibylla... -dijeron ambos. Exhalé.

-Correcto, déjame adivinar Midnite. ¿Pretendes decirme que pasará lo que se supone que habría pasado diecinueve años atrás? -hice una pausa, e hice uso de aquel don heredado de mi madre- ¿Y lo que puedo leer en tí ahora es que quieres decirme que esta es mi responsabilidad porque soy Sibylla Constantine, la única hija del gran John Constantine y la poderosa medium Angela Dodson? Wow, nunca esperé que tuvieras tantas espectativas en mi vida.

Luego de aquello se puso a explicarme los sucesos del pasado. Todo había comenzado con la expulsión de un demonio de un humano. En aquel proceso mis padres se conocieron. De repente se me vino a la mente mi parecido con mi padre. Todo el mundo decía que eramos muy parecidos. Aunque también mencionaban mi parecido físico con mi madre. En fin, me harté de escucharlo hablar y quise irme, así que cuando ví rastros de que se callaría me levanté y me dispuse a irme.

-Espera -llamó Midnite y me arrojó unas llaves al darme vuelta- quédate unos días.

-Gracias -dije simplemente.

-Por favor, toma en cuenta lo que te dije.

-Hush, de acuerdo, investigaré -dije rendida ante la insistencia.

Salí y me encontré de nuevo con el ruido. Ethan se había quedado con Midnite; creo que en aquel momento se me cruzó por la mente considerar la propuesta de aquel muchacho que me había ofrecido un trago, pero recordé el asco que me provocaban esa clase de híbridos.
Mi vida no será una historia de amor.
Eso se lo dejo a las canciones, libros y películas.
Y por supuesto, a mis deseos.

miércoles, 20 de octubre de 2010

jueves, 14 de octubre de 2010

Nacida para esto.

-¿Crees que es serio? -preguntó Ethan al observar la escena.
-Se parece mucho a un caso que mi padre contaba -contesté, si era lo que estaba pensando, no sería demasiado serio.

En aquel momento el cuerpo del niño se retorció en una posición que a mí me pareció particularmente dolorosa. En aquel momento supe que tenía que actuar rápido. Comencé a dar mis órdenes. Pedí un espejo y al instante toda la familia comenzó a corretear por el apartamento.
Me alcanzaron uno pequeño. No era comparable con el que había usado mi padre, pero me serviría para aclarar mis sospechas. Me quité la costosa chaqueta de cuero negro y la dejé a un lado de la puerta, al mismo tiempo que Ethan comenzaba a hacer sus oraciones. Eran bastante eficientes, más de lo que se imaginan. Me había enseñado muchas para mis "trabajos" ya que había sido aprendiz de un viejo amigo de mi padre: el legendario Papa Midnite. A veces íbamos a visitarlo.

-¿Estás lo suficientemente conciente para hacer esto? -inquirió mi socio a mi derecha.
-No molestes -dije remangándome la camiseta- para empezar, tú quisiste que viniera y ahora no puedo retractarme -cuando tuve el espejo en mis mano supe que era el necesario para cubrir unas facciones y lo arrojé.

Aún con el pulso temblándome por la cantidad de alcohol consumido la madrugada pasada, puse arrojarlo precisamente a la altura de la cabeza del niño. Lo que se reflejó era algo casi indescriptible, pero podía definirse como una criatura deforme con una asquerosa sonrisa en lo que parecía ser una boca. Afortunadamente el espejo no llegó a romperse. Analicé aquel rostro horroroso, pero que para mí era más que familiar, y al fin dí mi "diagnóstico"...

-Es un soldado.
-¿Como aquella vez, eh?
-Exacto -y entonces me dí cuenta de algo- pero aquí no hay espejos grandes -y avancé para encontrarme con aquel caso y enfrentarlo cuerpo a cuerpo.

El niño permanecía atado -era una imagen realmente triste- y eso lo haría un poco más fácil. Subí a la cama manteniéndome de pie y aún pensando en qué podría hacer. Le pedí a Ethan que mientras trataba de coordinar mis neuronas adormecidas por el alcohol, siguiera llenando el cuarto de sus oraciones. Finalmente algo parecido a una idea, aunque era más improvisación que una idea, llegó a mi mente: tomé el espejo que había utilizado anteriormente y lo presioné contra su rostro mientras trabajaba en su cuerpo. Ahj... ya sé que sonó muy mal tratándose de un pobre niño de ocho años, cuyo nombre era Thomas -lo había escuchado de los gritos que provenían del pasillo- pero que más dá, era así. Ordené que me trajeran una jarra con agua y le coloqué caparazones de escarabajos chillones, siempre llevaba un poco conmigo. Comencé a rociar el agua en su cuerpo y veía como se sacudía en una suerte de epilsepsia endiablada, mientras Ethan mantenía el espejo en el rostro del pequeño.

Finalmente estaba alcanzando su cuello y subía por su mandíbula. Tiré una buena cantidad del líquido en la cabeza de Thomas y pude percibir como aquella cosa que lo atormentaba empezaba a encerrarse.

-¿Por qué siempre el rostro? -me sorprendió que en medio de aquello Ethan se pusiera a hacer preguntas estúpidas.
-¿Por qué no te callas? -dije molesta, pero aún así terminé contestando- No lo sé, probablemente son tan feos que buscan rostros más bonitos -los soldados siempre afectaban a las personas a partir del rostro, no sabía exactamente por qué, pero no me interesaba demasiado saberlo.

Seguidamente de haber rezado unas palabras en una lengua antigua mezclada con un poco de la tín, las convulsiones y forcejeos pararon repentinamente. Despacio y con cautela, aunque estaba casi segura de que no me afectaría, dí vuelta el espejo. Un pequeño soldado luchaba or salir de aquel objeto. Já... un principiante, recién creado.

-Soy Constantine, Sibylla Constantine, idiota. Recuérdame la próxima vez que quieras pasar a este mundo -y casi por primera vez recordé algo que me habían dicho mis padres- Por cierto, énvíale saludos a tu jefe de parte de mis padres -y alcé mi dedo medio.

Ethan simplemente rió ante mis palabras. Arrojé el espejo nuevamente, pero esta vez contra la pared más cercana. Se rompió en miles de pedazos, realmente muy pequeños. Los recojí como pude y los coloqué en un bote de basura para luego arrojar un fósforo encendio. El humo proveniente de aquel objeto era extremadamente negro. El rostro y condición de Thomas volvieron a la normalidad cuando me volví para examinarlo. Tenía lágrimas en sus ojos. Tomé su pulso y acaricié su cabello, tenía debilidad por los niños.

-Estarás bien -le dije y sonrió levemente.
-Gracias -alca´nzó a decir. Era de los pocos casos que al parecer estaba algo conciente de lo que le había ocurrido.

Me dirigí a la puerta y recojí mi chaqueta. No volví a ponerme los guantes. Me la puse y saqué de uno de mis bolsillos un paquete de cigarrillos. Heredé el vicio de mi padre, solo que no era tan adictivo para mí. Mi madre me había regalado un precioso encendedor con mi nombre grabado, a pesar de que estaba en contra del cigarrillo, que la última vez casi mata a mi padre. Encendí uno mientras caminaba por el pasillo hacia la salida al mismo tiempo que Ethan negociaba una tarifa a pagar. Le dije que no fuera demasiado, que estaba bien incluso si no podían pagar. Me alcanzó al cabo de unos minutos y me dió cerca de veinte dólares.

-Estaban muy agradecidos, pagaron con lo que pudieron -dijo simplemente- Suongo que cualquiera lo estaría si te sacan algo como eso del cuerpo.
-Un demonio... -dije pensativa y exhalé el humo. Me quedé en silencio un momento y luego dí otra pitada- Sí... Es gratificante esa sensación, supongo...
-¿Qué harás con el dinero?
-No lo sé, quizás sconseguir más escarabajos chillones.
-¿Los usarás para algo en especial?
-No -pronuncié despreocupadamente- simplemente quiero tenerlos por si se te ocurre levantarme de mi lecho improvisado en medio de una vereda para expulsar a un demonio soldado -volví a exhalar humo- otra vez.
Aburrido y solo,
Creyendo que tonto soy.
Sin poder dar amor,
Camino a la soledad voy.

A veces quisiera tener,
Alguien a quien amar,
Y con un cálido abrazo,
Sus labios besar.

Quisiera tener a alguien,
Alguien a quien cautivar.
Enamorarme de sus ojos,
Y no dejarla escapar.

Alguien en quien confiar,
Al oído decirle "te amo",
Y luego no sentir culpa,
De haber amado en vano.

A veces tengo muchos,
Y muchas otras tengo pocos,
Pero muy pocas veces tengo mucho.
Quisiera tener a alguien.

Autor: Nicolás Galanti ~ 2006

domingo, 10 de octubre de 2010

Más críticas.

Quiero volver a tener pelo largo. El otro día -no recuerdo cuando fue- soñé que me había crecido hasta un poco más abajo de los hombros. Igualmente antes de llegar a eso voy a volver a arruinarlo haciéndole otra de mis locuras: Nuevo estilo + color.

Ayer me sentía deprimida. Volví a entrar, después de mucho, a mi flog narniano y de ahí a muchos más que tenía en favoritos. Automáticamente la nostalgia llegó a mí. Me sentía tan culpable por haberme alejado de aquel mundo que tanto me dió, y me sigo sintiendo así. Soñar despierta, inventar historias y fics, estar muy pendiente de mi fotolog y demás cosas. Buscar fotos, videos, entrevistas, etc. Y ahora... nada. Siento que me traicioné a mí misma, aunque todavía mi corazón se acelera cada vez que veo la película en televisión o veo algo referente a Narnia en algún lado. Recuerdo que cuando ví el trailer de la tercera película en casa de una amiga mi corazón empezó a latir muy fuerte y mis ojos se llenaron de lágrimas de la emoción. En mis fics siempre me enamoraba de Edmund... Igualmente siempre lo tengo presente: la imagen del blog son los sabios ojos de Aslan.

Anoche me quedé hasta tarde mirando la televisión. Ningún programa con personas reales, obviamente. Me quedé mirando los buenos dibujos animados de mi infancia: Hey Arnold!, Rocket Power, La vida moderna de Roco, etc. También me puse a ver Los Padrinos Mágicos. A veces mi hermano me dice que soy grande ya para ver dibujos, pero considerando las estupideces que pasan en televisión en estos tiempos, en mi opinión estas caricaturas son las mejores cosas que hay para mirar actualmente. Bah, yo prefiero recordar mi infancia y entretenerme enserio mirando eso que ver peleas de "locas" en un "polémico" programa. El tema central de la semana pareció ser la pelea de Amalia Granata con Ricardo Fort y Anibal Pachano. Sinceramente, y en contra de muchos seguramente, yo la banco a ella: Amalia -hay que aclarar. Creo que no es necesario mencionar lo que le dijo a Fort, porque creo que medio país lo vió. En fin, me gusta su personalidad y el veneno que ella misma nombró que sale de su lengua. Una lástima que se haya ido, pero bueno, fue el "público". Honestamente, quisiera quemar todas las televisiones para que nadie los vea y bajarles el rating que es lo que les da de comer. Me da tanta pena esa forma de vivir...

Qué pasó con mostrar el VERDADERO talento? A ver, un ejemplo: los chicos de Casi Ángeles. No me gusta mucho la serie, novela, o como se defina, pero al fin y al cabo los actores adolescentes que allí trabajan se ganaron su fama matándose laburando. Mariana Espósito trabaja como actriz desde muy chica y creo que ha laburado bastante todos estos años para ganarse su reconocimiento como una de las actrices adolescentes más queridas. Y ahora? Una va a un programa cualquiera, dice dos o tres puteadas contra un "famoso" y automáticamente se hace mediático. Ahj... Odio a esas personas. Lo que hacen para ganarse un peso.

En fin, estoy aburrida, por eso hago estas críticas. Igualmente mi vida no es tan interesante como para rescatar algo que resalte y contarlo. El viernes a la noche me dolía en extremo la cabeza, para ser más exactos, el hemisferio derecho del cerebro. Súmenle a esto una pesadez tremenda en los ojos y dolor de estómago. Estaba hecha. Sentía que el lado derecho de mi cara se caía.

Quisiera tener algún don especial. No algo sólo para la música, el dibujo, la actuación -bueno, quisiera tenerlos, obvio- pero algo... como decirlo... Extrasensorial. Me fascina el tema, y por eso es que escribo un fic sobre una hija inventada que pensé tuvieron John Constantine y Angela Dodson. Conozco personas con esos dones, o que dan señales de dones, pero nunca ví algo parecido en mí. Sé que muchas veces suelen ser desagradables, pero quisiera sentirme especial... Deben pensar que soy una loca.

Escribí el tercer capítulo del fic. Supongo que lo voy a subir más tarde. Ya quise subirlo pero me dió error y se borró completamente... Terrible frustración.
Bueno, voy a tratar me hacer menos críticas sobre estas personas mediáticas.
Ayer ví la película de Hey Arnold!
Ahora me dan ganas de ver La vida moderna de Roco.

viernes, 8 de octubre de 2010

Ecos

Encerrado entre cuatro paredes.
Aún se escuchan aullidos.
Son gritos desesperados,
Ecos de un corazón vacío.

Él no conoce el amor,
No sabe amar tampoco.
Teme tanto eso.
Teme tanto volverse loco.

Nadie sabe el por qué.
Unos lo aplauden, otros se ríen.
Sólo saben que sí,
Él vive porque los demás viven.

Él vive por los demás, vive en las nubes.
Piensa que la vida es pura alegría,
Pero luego reconoce la triste verdad,
Es todo una gran mentira.

Encerrado entre cuatro paredes.
Aún se escuchan aullidos.
Son gritos desesperados,
Ecos de un corazón vacío.

Autor: ~Nicolás Galanti ~ 2007