Let's dance in style, let's dance for a while. Heaven can wait, we're only watching the skies. Hoping for the best but expecting the worst. Are you gonna drop the bomb or not? Let us die young or let us live forever. We don't have the power but we never say never. Sitting in a sandpit, life is a short trip. The music's for the sad man. [...] Some are like water, some are like the heat. Some are a melody and some are the beat. Sooner or later they all will be gone. Why don't they stay young? It's hard to get old without a cause, I don't want to perish like a fading horse. Youth is like diamonds in the sun, and diamonds are forever. [...] So many adventures couldn't happen today, so many songs we forgot to play, so many dreams are swinging out of the blue. We let them come true. Forever young, I wanna be forever young. Do you really want to live forever? Forever or never.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Aquí el segundo cap. de mi fic. Algo un poco muy tarde...


~•El Amor y la Lealtad de un Corazón Narniano•~

Capítulo II: El mensaje

La expresión de la joven reina les hizo comprender que no era ningún capricho repentino, realmente se tomaba el reciente pedido con mucha seriedad. Esto sorprendió e incomodó un poco a sus hermanos, quienes no sabían como controlar aquella sugerencia.

-Querida Lucy, no creo que sea apropiado molestarla ahora que se ha tomado un descanso. Nos costó mucho que aceptara irse por un tiempo y que volviera luego de pasados dos meses, que para todo lo que ella hizo por nosotros hasta ahora me resulta sinceramente poco, sería muy descortés –dio su opinión Susan-.
-Aún así –siguió Lucy- deberíamos enviarle un mensaje para que por lo menos haga una pequeña búsqueda más. Con su última palabra me quedaría segura, cualquiera sea el sentimiento que me cause la noticia que pueda dar.
-Estoy algo de acuerdo con Susan –empezó Peter- pues luego de que le rogáramos que se tomara un descanso, pedirle que regrese en tan poco tiempo no sería justo –y a esto Lucy y Susan mostraron dos expresiones distintas. La primera, de un poco de pena mezclada con disgusto; y la segunda de lo que sientes cuando alguien te da su apoyo- Sin embargo –continuó inesperadamente su hermano- Lucy tiene razón en cuestión de que su palabra sería segura. Estos años de servicio al ejército y otras partes de nuestro gobierno que ha dado son suficiente comprobante de su capacidad que es la necesaria para situaciones como estas.
-Pero ¿no creen que se disgustará si la molestamos? –preguntó Susan algo apenada por tener que considerar el pedido e interrumpir el descanso de alguien quien los había ayudado mucho en sus primeros y hasta ahora años de reinado-.
-No lo creo –respondió de inmediato Edmund, que en estas situaciones estaba siempre expectante, callado, lo cual le permitía saber cuando era apropiado dar su palabra, algo que aprendió con el tiempo- Laramel era un pueblo muy querido por ella, y si el mensaje lo mandara Lucy, estoy más que seguro que no se disgustará. Además, conociéndola, le encantaría volver a su trabajo.
-Pues viendo que no hay caso contra ustedes tres, no me queda otra que apoyar el pedido de nuestra hermana –aceptó la reina-.

Aquel asunto pareció estar resuelto. Enviarían a un mensajero la mañana siguiente, pues ya era bastante tarde, al Gran Bosque de Occidente con el pedido de regreso de "ella", como simplemente decidió nombrar la reina Lucy. En aquel momento decidieron dar por terminada la cena, ya que nadie comía ahora, sino que jugueteaban con los cubiertos o las finas copas, y Lucy fue la primera en pararse de la mesa, pidiendo el permiso de sus hermanos para retirarse a su habitación para escribir el mensaje con su propio puño y letra. Fue entonces que las miradas se dirigieron hacia un rostro pensativo, algo iluminado, pero serio. Este al mismo tiempo dirigía su vista a la preciosa copa que tenía en frente, pero los demás estaban seguros de que no era el excelente trabajo hecho a mano lo que apreciaba, sino que era la mirada de alguien que analiza alguna posibilidad, sea cual fuere. Parecía esperanzado, algo impaciente pero tranquilo, y en aquel momento, justo antes de darse la vuelta para emprender el camino a su cuarto, Lucy rompió el corto silencio que todos se habían decidido a crear para examinar aquel rostro.

-¿Por qué no me sorprende la expresión de Edmund?

-¿Será que por tu pedido ahora está a la espera? –acotó Peter con una mueca en el rostro, que daba a entender que todos sabían a lo que se refería.
-Es posible –contestó su hermana con una sonrisa.
-Ya basta, ustedes dos –ordenó sin severidad Edmund, como alguien que quiere que paren de hablar sobre un tema que a uno lo incomoda.
-Lo siento, hermano, pero tu rostro lo dice todo –contestó su hermano mayor-.
-No lo molesten –pidió amablemente Susan.
-No lo hacemos a propósito, querido hermano –se disculpaba Lucy- es que enserio, no creas que todos no nos hemos dado cuenta de lo que te ocurre hace ya unos años.
-Lo sé, lo sé –aceptaba el joven rey- sólo no lo hagan más obvio de lo que es, por favor.
-De acuerdo. Lamentamos haberte incomodado –dijo cerrando el tema Peter.
-Descuiden –y luego de una pausa cortada por un suspiro, continuó- Bien, con su permiso, queridos hermanos, la búsqueda de hoy me dejó exhausto así que me iré a dormir.
-Que descanses –le deseó su hermana Susan, y luego de darse las buenas noches entre todos, fueron a sus habitaciones a echarse un buen sueño, pues se lo tenían merecido, y lo necesitaban quizás más que la espléndida cena presentada en la gran mesa.

Cuando la reina Lucy entró en su cuarto, no se molestó en sacarse los zapatos para dejar descansar sus pies al contacto de la suave alfombra que cubría el suelo, sino que se dirigió a un escritorio, que miraba hacia la pared contraria de donde estaba su cama, y tenía el más maravilloso tallado a mano que uno pudiera imaginar. En él se podían admirar, a ambos lados, faunos y dríades danzantes que dirigían su baile hacia un montón de flores y hojas acercándose al centro y terminaban en el rostro solemne de un león. A las patas de aquel escritorio las envolvía una especie de enredadera, más hermosa que cualquier otra, complementada con más flores de exquisitas formas y detalles, y si te quedabas viéndolo por más de un minuto, podrías jurar que todo aquello era real, y hasta podrías escuchar la deleitable música que faunos y dríades suelen bailar y oler el perfume dulzón de las espléndidas flores. De un cajón situado al costado izquierdo del escritorio, Lucy sacó de un pequeño montón un pergamino con finos arabescos en dos esquinas contrarias, y de otro cajón a su derecha, un precioso tintero y una espléndida pluma. De inmediato se puso a redactar el mensaje, el cual, aunque venía de una reina, no necesitaba de palabras elegantes y muchos rodeos para ir al punto del motivo de tal envío. No fue muy largo, pero fue conciso, sin expresar mucho más de lo que sentía la joven reina en aquellos momentos:

Mi querida amiga:
Lamento tener que molestarte en tu merecido
descanso, pero me temo que necesitamos de tu ayuda en estos
momentos. Algo terrible ha pasado en el noble pueblo de Laramel. Lo
han atacado en un intento más de invasión a nuestra querida Narnia, y
y me duele en lo más profundo de mi corazón tener que comunicarte
que en nuestra búsqueda no han habido resultados satisfactorios. Y
aunque nos apene tener que pedirte que regreses en tan poco tiempo,
más nos apena la pérdida de este hermoso pueblo, que bien sabemos era
muy querido también por tí, es por eso que solicitamos tu ayuda para
realizar una nueva búsqueda, en la cual tus condiciones serán totalmente
aceptadas. Estamos más que dispuestos a darte un nuevo período de
descanso en cuanto todo esto acabe.

Lucy

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