Let's dance in style, let's dance for a while. Heaven can wait, we're only watching the skies. Hoping for the best but expecting the worst. Are you gonna drop the bomb or not? Let us die young or let us live forever. We don't have the power but we never say never. Sitting in a sandpit, life is a short trip. The music's for the sad man. [...] Some are like water, some are like the heat. Some are a melody and some are the beat. Sooner or later they all will be gone. Why don't they stay young? It's hard to get old without a cause, I don't want to perish like a fading horse. Youth is like diamonds in the sun, and diamonds are forever. [...] So many adventures couldn't happen today, so many songs we forgot to play, so many dreams are swinging out of the blue. We let them come true. Forever young, I wanna be forever young. Do you really want to live forever? Forever or never.

martes, 21 de septiembre de 2010

Sobrevivir.

En frente de mí suspiraba una imagen triste de una muchacha sentada abrazando sus piernas, apretando con una de sus manos una botella de vaya uno a saber qué bebida con tanto porciento de contenido alcohólico. Su cabello negro, corto y desordenado daba pena. Sus ojos rojos por la falta de sueño, sus labios algo resecos a pesar de la cantidad de bebida que había consumido... Tenía la mirada perdida. En algunos momentos creo que era conciente de que me observaba a mí misma. El espejo roto de la habitación multiplicaba mi desastrosa persona en muchos pequeños reflejos. El tono iluminado de mis ojos color café que tanto apreciaba la gente en mi pasado se había esfumado. Ya no era una niña, estaba sola en una enorme ciudad con 18 años aferrándome a la esperanza de sobrevivir un día más. Esperaba no ser perseguida como mis padres.

No tenía muchos recuerdos felices de mi infancia. La mayoría del tiempo estaba sola en mi enorme casa mientras mi padre trataba de ganarse algo así como un perdón y mi madre ayudaba a personas con problemas en sus también enormes y maldecidas casas. No quisiera profundizar demasiado en sus profesiones en este comienzo. Los quería, por supuesto, eran mis padres, pero no teníamos lo que podría decirse una relación muy cercana. Los momentos que pudimos pasar juntos fueron excelentes. No es que estén muertos ni nada, solo tuve que alejarme por mi bien, según ellos. Hace mucho no los veía y creo que a veces sentía en mi interior que los extrañaba.

Tomé casi de un sorbo el resto de líquido que quedaba dentro de la botella y tomé mi chaqueta de cuero negro para abrigarme de la fría mañana al salir del edificio donde difícilmente alquilaba un cuarto. Ganaba el dinero suficiente haciendo algunos trabajos como los de mis padres. Ellos no cobraban, pero en mi situación era necesario. Muchos se quejaban cuando les daba una cifra -que no era demasiado alta para los servicios que prestaba, a veces no llegaba a los doscientos dólares- pero bastaba con ver mi triste imagen y contarles algunas desgracias de mi vida para que se compadecieran y accedieran a pagarme.

Aparte de esos desagradables trabajos, me dedicaba a algo más normal para alguien en mi condición: tocaba la guitarra. No sé por qué esperaba a tomarme mínimo dos botellas de alcohol para salir a hacer aquello, creo que inconcientemente lo consideraba necesario, una inspiración. Llevaba colgando en mi espalda la guitarra que había suplicado a mis padres que me compraran. Era azul. Como transporte no me quedaba otra que alzar un dedo pulgar en la dirección que iba el tránsito. A veces pasaba un buen rato hasta que alguien lo suficientemente humano me dejara subir a su vehículo. Odiaba que a veces confundieran mi subida con otro trabajo. No me costaba mucho dejarlos inconcientes y bajarme del auto, camioneta, o lo que fuera. Debía alejarme de aquella parte en la que "vivía" ya que la mayoría de las personas me conocían y gracias a esto ya casi nadie se "compadecía" de mí.

Pasaba pocas horas tocando baladas -este tipo de canciones eran las que se me daban mejor. Tomaba una parte de lo que ganaba con esto para darme un almuerzo mínimamente decente y la otra para comprar algo para la cena. Lo que quedaba era ahorrado para la renta.
Volvía a eso de las cuatro de la tarde, a veces dándome el lujo de tomarme el bus directo sin que me importen las miradas de las personas que hacían muecas ante mi presencia, otras veces de la forma en la que me iba.

El día en que comenzó lo que quería contar desde un principio había llegado al edificio a las cinco y media. Subí pesadamente las escaleras sin ninguna botella en mis manos. Mientras me encaminaba hacia mi pequeño apartamento urgué en los bolsillos de mis jeans gastados para sacar las llaves. Cuando estuve frente a la puerta tropecé con algo: mis cosas. No eran muchas pero estaban apiladas en la entrada. Maldije al estúpido que pudo haberme jugado aquella broma idiota. Introduje una de las llaves del manojo y no giró. Puse otra y sucedió lo mismo. Ninguna pudo abrir la puerta. Sentí pasos a mi izquierda: la dueña del apartamento. 'No has pagado lo que debes', demonios, lo había olvidado. 'Sólo una noche más', supliqué. La negativa de su cabeza me fue suficiente para entregarle las llaves. Se fue sin decir nada más y me quedé sola en el pasillo. Esta noche debería dormir afuera.

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